La filosofía de Cuatro Vientos tiene en su centro la educación basada en el juego y en la naturaleza. Aunque en muchos modelos como las Escuelas-bosque (Forest School) los dos componentes van naturalmente de la mano, es interesante entender ambos conceptos por separado. Por esto, es primero abordaremos la educación basada en el juego, sus implicaciones y componentes, para luego entrar a entender el rol de la naturaleza en los procesos de aprendizaje. Finalmente veremos cómo su coyuntura tiene resultados muy enriquecedores.
Educación basada en juego
La educación basada en el juego es una educación auto-dirigida. Esto es, el centro del proceso de aprendizaje es el niño mismo, no un currículo o una agenda externa traída por los adultos. En este sentido, las motivaciones e intereses de los niños van guiando su aprendizaje y los recursos que van compartiendo los educadores. En este contexto, el profesor se vuelve realmente un facilitador del aprendizaje que sugiere un rico ambiente de exploración. Y decimos sugiere ya que los niños pueden escoger la manera y los tiempos para interactuar con él.
Varias metodologías o filosofías educativas tienen al niño como el centro de su proceso: Montessori, Reggio, Waldorf y Forest School son algunas de ellas. Se respeta y se honra el deseo natural del niño por aprender y su habilidad para hacerlo mediante el juego.
«Nuestro trabajo no es preparar a los niños para el próximo paso, nuestro trabajo es ayudarles a obtener lo máximo del paso en el que están, el paso para el cual están listos en su desarrollo»
Teacher Tom
El estado mental del juego es óptimo para el aprendizaje. Diversas investigaciones en neurociencia han demostrado que el estado mental del juego – relajado, atento y enfocado – permite crear nuevas conexiones en el cerebro de manera más ágil y con mayor fuerza. Esto no debería sorprendernos, ya que en la evolución de todos los mamíferos e incluso otras especies, el juego es el sistema por medio del cual se aprenden todas las habilidades que cada individuo necesitará para su vida adulta.
El aumento de actividades dirigidas dentro y fuera de los colegios y en consecuencia la disminución de tiempo de juego libre se ha podido correlacionar con un incremento en la ansiedad, depresión, dificultad para la construcción de habilidades sociales y baja autoestima en los jóvenes. Los espacios de juego se han limitado a espacios en que un adulto no sólo propone, sino que en cierta manera impone un juego en el cual el niño es más un receptor que un creador de ideas, reglas, interacciones y diversión.
Peter Gray, en su libro Libres para aprender, investiga el juego en profundidad, diferenciando claramente el juego libre de las actividades «lúdicas». El juego libre, que permite todos los beneficios mencionados, tiene 5 características esenciales: (1) es auto-escogido y auto-dirigido; (2) es motivado por los medios más que por el resultado; (3) es guiado por reglas; (4) tiene un componente imaginativo importante; (5) es llevado a cabo en un estado mental alerta pero relativamente libre de estrés.
El juego libre es la manera segura en la cual los niños imitan y practican habilidades adultas. Es el espacio en que pueden probar y equivocarse, en que pueden aprender a negociar y llegar a acuerdos con otros. Les permite procesar e interactuar con su realidad desde un lugar óptimo para el aprendizaje. La presencia de un adulto helicóptero y mediador limita estas posibilidades que la evolución ha creado para nuestro desarrollo.
Educación basada en naturaleza
En la filosofía Reggio Emilia, se entiende que el espacio es el tercer maestro, siendo los padres los primeros y los profesores los segundos. La interacción con este espacio crea oportunidades ilimitadas de aprendizaje, por lo que cada vez más se pone cuidado a crear espacios estimulantes y acogedores que incentiven la experimentación, la comunicación y en general el aprendizaje. Sin embargo, durante la mayor parte de la historia de la humanidad este espacio fue realmente la naturaleza.
«Un movimiento de educación basada en el medio ambiente – en todos los niveles de la educación – ayudará a los estudiantes a entender que el colegio no debería ser una amable manera de encarcelamiento, sino un portal a un mundo más grande»
Richard Louv
Siguiendo con las tradiciones nórdicas de educar especialmente en primera infancia en espacios exteriores, diferentes movimientos como las Escuelas-bosque (Forest Schools) se han implementado con éxito en todo el mundo. En estudios longitudinales se ha podido corroborar una correlación importante en los niños educados en este tipo de espacios y el desarrollo de un mejor manejo emocional, mayor asesoramiento del riesgo, menor accidentalidad, incremento en la adquisición de habilidades de pensamiento, desarrollo motor y entablar una relación sana con el medio ambiente.
Además, se crea una relación con la naturaleza donde podemos volver a percibirnos como parte de ella, como entrelazados dentro de sus sistemas, más que como un «afuera» de nuestro propio ambiente. Este entendimiento crea una relación que permite que los niños se vuelvan además protectores de los espacios naturales.
El juego en espacios naturales es la manera en que el humano ha aprendido y evolucionado durante la mayor parte de nuestra historia en la Tierra. El «experimento» de la educación segmentada por edades en el interior de cuatro paredes permaneciendo quietos durante largas horas es un concepto muy nuevo, y ha tenido efectos nocivos en un alto porcentaje de la población, especialmente la masculina. El movimiento físico y la interacción son necesidades intrínsecas de los seres humanos.
En la medida en que en la primera infancia brindemos espacios de aprendizaje naturales que cumplan con nuestras expectativas evolutivas como especies, reducimos la necesidad de intervenciones y damos las herramientas para que los niños puedan aprender a aprender. Siguiendo sus intereses y explorando como los pequeños científicos que son, seguimos el curso natural de su desarrollo y brindamos una base consistente para personas equilibradas, curiosas y sociables.
El juego en entornos naturales
Hemos visto que el juego es la manera natural de aprender. Es la forma en que hemos evolucionado para lograr adquirir todas las habilidades que necesitamos para poder desempeñarnos en nuestro entorno y prosperar como individuos y como especie. Este juego se ha hecho tradicionalmente en el exterior. Se ha demostrado que el tiempo en la naturaleza trae beneficios no solo para el desarrollo cognitivo, emocional y social, sino además para la salud física.
El juego en entornos naturales guiado por los niños ofrece por lo tanto posibilidades ilimitadas de aprendizaje. Es un espacio en constante cambio y movimiento que va ofreciendo nuevos olores, colores, seres, temperaturas y texturas con cada día que pasa. Los niños pueden continuar su proceso de descubrimiento mientras se conocen también a ellos mismos.


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