Existe un proverbio africano que dice: «se requiere de una aldea para criar a un niño». La crianza no se hace de manera aislada, como madres o padres en un núcleo familiar pequeño. La comunidad en su totalidad es responsable de sus niños, y así fue durante toda la historia de la humanidad… hasta ahora.
La sociedad actual, por primera vez, ha normalizado vivir en núcleos familiares que pasan el día separados. Los niños se van al colegio, los padres a trabajar y los abuelos cada vez más, a hogares de retiro. Cada vez tenemos menos hijos, y por lo tanto la posibilidad de tener un círculo familiar lleno de tíos y primos se vuelve más escasa.
Esto ha hecho que la labor de los padres sea cada vez más difícil. Sin la posibilidad de que los niños pasen sus horas jugando con otros niños libremente, como lo hicieron hasta hace pocos años, los padres se encuentran atados en la necesidad de «entretener» a sus hijos. Sin embargo, también deben encontrar tiempo para trabajar, socializar, tener algún hobby o deporte, pasar tiempo en pareja y bueno, vivir sus vidas.
Hasta los años 60s, era normal que niños desde los 4-5 años salieran a las calles y parques a jugar sin supervisión. Usualmente había una hora de llegada a la casa para comer y el resto de las tardes podían dedicarse a jugar y a explorar. Entre 1997 y 2003, los niños han disminuido en un 50% el tiempo en el exterior según Sandra Hofferth de la Universidad de Maryland. En unas encuestas realizadas, la investigadora Rhonda L. Clements del Manhattan College en Nueva York, se encontró que aunque el 71% de las mamás recordaban haber jugado afuera cuando eran niñas, tan sólo el 26% permitían que sus hijos lo hicieran. Sorprendentemente, este porcentaje no cambió de manera significativa en áreas urbanas o rurales.
Las familias viven cada vez más aisladas y llenas de miedo. No confían y en la mayoría de los casos ni siquiera conocen a sus vecinos. En la gran mayoría de barrios se ha ido perdiendo el sentido comunitario del cuidado de los niños.
«La educación progresiva está marinada en comunidad»
Alfie Kohn
Dentro de las tendencias educativas del siglo XX utilizadas hoy en día con mayor fuerza, la familia se contempla como una pieza esencial en la educación del niño. En la Casa dei Bambini fundada y dirigida por María Montessori, la institutriz apoyaba la cooperación entre adultos y niños, y los padres podían entrar siempre respetando las maneras y la propiedad de los niños. Por otra parte, dentro de los cinco principios fundamentales de la filosofía Reggio Emilia se considera a la familia como parte clave para los procesos de aprendizaje.
En los jardines infantiles maoríes en Nueva Zelanda, al recibir un niño se entiende que se recibe a una familia entera. El niño no llega nunca solo, llega como parte de un amplio grupo familiar de 70 o más personas. Además, tienen en cuenta que llega como parte de un legado, trayendo también a sus ancestros al jardín.
El niño no se ve a sí mismo como un ser separado de su familia, como un individuo. Nuestra naturaleza y evolución nos ha llevado a entendernos como parte de un grupo familiar y dentro de una comunidad. Por eso Cuatro Vientos es un espacio abierto a las familias, no a los niños solos. Es como la aldea que llevamos en los genes, que nos acoge y nos acompaña, un lugar donde todos aprendemos juntos.


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